enrojecido
por la sangre se levanta.
Dulces
son sus rayos de incandescente
encanto,
que al atravesar los cristalinos,
de una
dorada lámpara de araña,
de mil
colores en paredes estallan.
Mil
ojos las paredes decoran,
y en
dulce porte, nuestros
ojos
danzan. Fruto incierto que,
el
destino sella en dos largos caminos,
y que
solo el tiempo separa.
El
pequeño gato, atigrado por los años,
contempla,
e hipnótico, mira el vaivén
de las
luces en las blancas paredes
que
tras los años, relucen contrastes
amarillentos...
Imagen: Trabajo artístico de Stafanie Jasper
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