Y si…, y si por un momento, pienso que esto es mi tierra.
Donde yo nací y contemple, siendo aun muy párvulo, como el mundo evoluciona a
mis infantiles ojos. El progreso, era rápido, pues en poco tiempo cambio de
gran manera el mundo como lo veía. Yo…, yo prefería permanecer a la sombra de
mi hayedo, ajeno a todo lo que pasa. Aquel hayedo, daba una sombra fresquita en
la que podía dormitar. Y en la que podía contemplar las hojas mecidas por el
viento de media tarde. El sol, entre las hojas, mi cara acaricia con sus
cándidas manos. Era muy feliz. Lo que diera por volver a estar entre las ramas
de mi hayedo. El trino amanerado de los pajarillos de la viña. Vivia en una
ciudad. Pero aun así, mi casa quedaba un poco a las afueras, y mi familia, era
ciertamente adinerada. La finca familiar era muy amplia. La mansión tenía hasta
bosques y un río. Recuerdo el lejano rumor del agua. Alegre siempre, pues el
río no distaba mucho de mi hayedo. Abrí los ojos. La realidad me cegó en ese
momento. Volvía a estar en valle. El sol empezó a descender y el cielo a
enrojecer. La noche se cernía sobre mí, y no había cobijo. La luna, era
inexistente. Pues una absoluta oscuridad me aprisiono. Me quede quieto,
inmóvil, no podía caminar. Era imposible. Me tumbe. Cerré los ojos con la
esperanza de volver a algún sitio conocido. Pero mi mente no estaba por la
labor. Oí al cuervo, no debía de estar muy lejos. Pero no entendí como podía
volar, en la completa oscuridad de esa extraña noche sin luna, ni estrellas. El
cuervo cantaba y con el a un profundo sueño me llevaba… La luz volvió, pero…
estaba en otro sitio. El verdor y las altas cimas se habían convertido en arena
blanca. Una inmensa extensión de blancas arenas en la que se fundían el cielo
con la lejanía. Era un desierto. Gire un poco la vista y entonces atisbé una
formación rocosa, estaba muy lejana pero fui hacia ella. Cuando llegue. Un
extraño ser dormía sobre la piedra. Tenía cabeza de gato en un cuerpo escamado
de reptil. Alado como el cuervo y grácil como un cisne negro. Y una larga cola acaba de un apéndice que
bien parecía venenoso. Di un paso atrás, contenido, sin brusquedades, pero… el
ser despertó y se evaporo. Me acerque hasta donde ese extraño ser estuvo
tendido. No di explicación de ello, me gire. Y en mi retaguardia, ante mi el
extraño ser me miraba fijamente y con su aguijón me apuntaba. El ser, abrió la
boca y dijo….
Rhöd Deutsch. Escritos Lovecraftianos.
El Relato Surrealista.
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