Seguía en aquel desierto, de
blancas arenas. Seguía, ante aquel ser que su mirada emponzoñada clavaba sobre
mí. Estaba aterrado. Contuve la respiración. Intente calmarme para que mi latir
no me delatara. El ser se acerco. Creí que era mi fin, pero no fue así. Abrió
la boca, y me dijo – Se que buscas respuestas, pero nunca las obtendrás –
Desalentadoras palabras. Es todo lo que dijo, pues acto seguido en arenas se
convirtió. Todo cambio. Volví al Valle, tan verde como siempre. Seguí el camino
hacia las cimas lejanas. Estaban mas cerca. No tardaría mucho más en llagar.
El caminillo, termino en una
pronunciada cuesta abajo. Desde atrás no pude ver el inmenso bosque que a los
pies de las colinas había. Ahora, mas que colinas eran montañas. Las mas altas
que nunca había visto. Desde donde estaba solo veía una cadena montañosa que se
perdía en los lados y en el horizonte. ¿Cómo había llegado hasta tal punto? Empecé
a bajar la cuesta de forma agradecida. Pues me deje llevar por la inercia y la
gravedad. Cuanto más descendía mas crecían los árboles. Eran altísimos. Mi
hayedo, una mota de polvo comparado con estos. Entre en aquel bosque. Había una
tenue pero agradable luz, y no hacia frío. Una cierta calidez habitaba en aquel
lugar. A la tibia luz del día todo es diferente, pero aquí, todo se desarrolla
sobre una tenue penumbra eterna. Llena de insinuaciones. Recorrí el largo
bosque. Contemple perplejo los árboles tan anchos, tan altos. El cuervo, estaba
sobre una de las gruesas ramas. Cantando levemente la melodía de la parca. Que
tan acogedora era recibida por mi oído y que mi latir relajaba. Era raro, pues
el canto del cuervo hacia un extraño eco en aquel bosque. Pues iba subiendo de
tono, creo que una quinta justa más aguda cada vez. Era extraño. Era la primera
vez que veía más seres vivos de los que ya conocía en mis tiempos mozos. Había
gusanillos de ese verdes, alguno se me acerco pero acto seguido cambiaba de
dirección.
Rhöd Deutsch. Escritos Lovecraftianos.
El Relato Surrealista.