Música y Poesía. Máxima expresión del Arte.
Cuando la Música y la Poesía se encuentran en un mismo espacio. Eso es mi Blog. Dos corrientes. Un destino. Palabras. Notas. Cosas sin sentido. Y cuestiones intrascendentes. Lugar para el disfrute de la mente y del oído. Todo tiene su razón de ser en este espacio y nada es casual o aleatorio. Publicando desde el 17 de agosto de 2012
lunes, 31 de octubre de 2016
Poesia III
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miércoles, 26 de octubre de 2016
domingo, 23 de octubre de 2016
lunes, 22 de febrero de 2016
Palabras Encadenadas II
Vivir del amor amor no quita ni resucita alma viva que vive
y muere muere de alegría que de alegría nace y vive vive de la vida que le da
la vida de su amado amado que a su lado camina camina mientras piensa vive ríe
y crece crece con alegria de un buen porvenir de sagrada majestuosidad y
simplista alegría que del amor amor no quita ni resucita alma viva muere muere
de alegría del amor vive vive y eternamente muere.
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Laboratorio Literario
lunes, 15 de febrero de 2016
Palabras Encadenadas I
Despierto y miro oscuro entorno bañado suavemente por una fría
luz matinal despierto y miro venenosa habitación y prisión para el pensamiento
futilidad de días fríos de invierno paralizados en mi recuerdos acostados y
alejados en lo más profundo de mi pensamiento que en mis pequeñas neuronas
suaves y ocultos en algún cajón del gran cerebro inteligente que me mantiene
vivo se esconden.
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Laboratorio Literario
jueves, 11 de febrero de 2016
Laboratorio de Creación Literaria.
Tras una larga temporada sin escribir, voy a retomar un poco donde lo deje. A seguir descubriendo el lenguaje y las palabras, experimentando con ellas, recreando lo mas oscuro del ser y lo mas irreal de la creación. Todo a modo de pequeño laboratorio de creación literaria.
Como siempre, me gusta despojar a las palabras de su sentido y significado mezclandolas para enfatizar el sentido trágico de lo escrito.
martes, 14 de abril de 2015
El Valle. XV (Final)
El calido sol de la mañana empezaba a dejarse
ver y entraba por los viejos ventanales. Habían pasado ya diez horas desde que
mate a mi novio, su cuerpo empezaba a despedir cierto hedor y a hincharse. El
sol hacia ver un cierto efecto de luces y sobras sobre los objetos y el cuerpo
inerte que se encontraba a la altura de la puerta de mi estancia. No dejaba de
contemplarlo y de pensar en lo que había hecho. Estaba, buscando dentro de mí
una sola pizca de culpabilidad, pero no la encontraba. No me arrepentía y
mentalmente lo recreaba una y otra vez. No dejaba de darle vueltas y que quería
repetirlo. Estuve allí, inmóvil durante horas, el sol ya empezaba a caer por el
horizonte, un precioso atardecer. En ese momento, me dirigí y al baño. Me quite
la ropa y me di una ducha. Acto seguido me seque y me dirigí a mi cuarto para
vestirme. Abrí el armario, era un armario antiguo, con ciertos indicios de
polillas y la madera algo quebradiza ya. Pero tenía unas hermosas tallas. Cogí
un pantalón azul marino y una camisa a cuadros de tonos rojos y granates. Me
calcé unos zapatos negros y salí a dar un paseo por la ciudad. Cuando salí era
ya de noche. Cogí el paseo de las arboledas. Los árboles tapaban las farolas y
solo quedaba una luz indirecta, tenue, que cubría todo con un fino manto de
misterio. Con cierto sigilo me quede entre los árboles, esperando a que pasara
la perfecta victima, vi a lo lejos la figura de una joven. Alto, muy delgado.
Según se acercaba mas atractivo me parecía. Salte sobre el, para inmovilizarlo
y comencé ha estrangularlo. Apenas podía gritar, sus rasgos se me mostraron más
claros. Tenía los ojos azules, como una limpia mañana estival. El pelo de un
tono cobrizo y de tez morena. Tenía un pequeño lunar hacia el pómulo derecho.
Por fin cedió y quedo su cuerpo inerte y sin vida en la acera del pasea de las
arboledas, no pude contener el deseo de besar esos preciosos labios. Acto
seguido me fui en busca de la siguiente victima. No sin antes ocultar el cuerpo
sin vida.
Salí del paseo de las Arboledas, para el que
no lo conozca bien, de noche puede ser un poco laberíntico y me dirigí al este
de la ciudad. Era la zona más próxima al río. Eran ya cerca de las doce de la
noche. No aullaba ni un alma en los lindes del río. Me senté en un banco para
poder escuchar el murmullo del agua. Que detenido se encuentra ahora mismo el
tiempo. Casi puedo sentirlo pararse a mi alrededor y detenerse por un instante.
Miro el reflejo de la luna sobre las aguas del río. Como la distorsionan y
embellecen. Oigo un suave taconeo. Era una mujer de fina apariencia. Vestía
elegante. Un vestido de encaje con volantes. Parecía venida de una de estas
galas que se celebraban en el gran teatro de la Opera de mi ciudad. Recuerdo
haber asistido en más de una ocasión años atrás. Aunque a mi me parece tan
lejano como una vida pasada. Cuando paso a mi lado me levante. La agarre y la
puse una mano en la boca de tal manera que tapara también la nariz. Apreté
hasta que perdió el conocimiento. Cargue su cuerpo y con sigilo la lleve hasta
una caseta que sabia estaba abandonada a escasos kilómetros de allí.
Estaba todo muy oscuro, el murmullo de
grillos y el correteo de las aguas del río hacían de banda sonora a lo que se
sumaba el desaforado latido de mi corazón. Llegue a la cuestecita de grijo que
iba hacia la caseta. Estaba todo tan hostil. Debían de ser ya las dos o las
tres de la madrugada. Entre en la cabaña y amordace a mi victima en una de las
viejas vigas de madera un tanto podrida. Cuando vi el resto de la chica aprecie
unas arrugas y una contenida expresión que la situaba entorno a los cuarenta
años. Busque un objeto cortante y desgarre su vestido. Nunca me agrado ver una
mujer desnuda. Era grotesco. Una abominación. Por que estos seres tan impíos
existen a parte de para perpetuar la especie a la que he de pertenecer. Especie
que destruye y que es como un cáncer para este bello paraje de vida y paraíso
perdido en el cosmos. La degollé el cuello y allí la deje, desangrándose. Salí
de la caseta y fui al norte, lo mas al norte que pude hasta el pueblo mas
cercano. Llegue a un viejo camino de asfalto, ya muy cuarteado y sin
mantenimiento que se abre desde la entrada del último chalet del pueblo hacia
la espesura del monte. El camino, tras una pronunciada cuesta termina en una
pequeña finca particular de construcción muy reciente. A un poco más de la
mitad se encuentra a la derecha, una vieja socarreña, propiedad de un anciano
agricultor dueño del chalet que antes mencione, y que poseía un importante
número de acres de monte. Subí por aquel camino de asfalto hasta un poco mas de
la mida. A mi derecha, un pequeño puentecillo de piedra y argamasa en un estado
muy aceptable. Y al otro lado del mismo puente, había una fuente y unos bancos
de piedra. Me senté un rato en aquellos bancos de piedra y me tumbe. Miraba las
altas y gruesas ramas de los robles y de fondo el murmullo del regato. Mire la
socarreña. Era bastante amplia y había herramientas. Pensé, era un buen lugar
para descuartizar un cuerpo. No se por que, pero es lo primero que pensé. ¿Qué
me podía impulsar a pensar en sesgar otra vida? No se la respuesta, es posible
que… me haya convertido en un sanguinario asesino. Es posible que haya perdido
mi humanidad y la cordura. Solo puedo pensar en matar y en el intenso placer,
cercano al orgasmo que me produce tales actos. Pensé, era un lugar apartado y silencioso.
Tras unas semanas paseando de diario por allí
pude observar como el anciano ya no iba a la socarreña ni laboraba la tierra.
Estaba cojo y muy impedido. Deducí rápidamente que padecía problemas de cadera.
Lo cual me dejaba un margen muy amplio para usar ese espacio sin que el supiera
de ello. Escale por uno de los laterales mas bajos y me colé allí para ver como
era. Tenia como dos niveles. Abajo, que es donde me encontraba había apilada
mucha madera para el invierno. Había una mesa grande y desvencijada y había
también hachas y cuchillos. En el nivel superior al que se podía acceder por
una rudimentaria escalera tallada en la misma tierra había un montón de
chatarra apilada durante años. Había viejas bicicletas, también había cacerolas
y menaje de cocina oxidado junto con redes y cosas de pesca… había también un
viejo frigorífico, idóneo para esconder un cuerpo.
En lo mas alto y apartado del pueblo, al
final de aquel viejo camino de asfalto. Había una casa de construcción muy
reciente. Me mofe ante la falta de medidas de seguridad. Pude espiar y pronto
me di cuenta que vivía una pareja. Era joven, tendrían menos de cuarenta años.
Decidí actuar por la noche, colarme en la casa y matar a ambos en un descuido.
Primero, mate al chico. Por detrás, ni me vio. Era muy delgado y muy
pusilánime. Nada atractivo para mi gusto. Entre en la casa y busque el
dormitorio. La mujer grito. Fui donde ella y la inmovilicé. Decidí
estrangularla. Tenia el pelo muy largo, de un tono cobre, facciones delicadas y
también muy delgada. Cuando dejo de luchar por su miserable vida la cargué a la
espalda y la baje hasta la socarreña. Volví ha subir a la casa para borrar mis
huellas y deshacerme del cuerpo del novio. Busque el pozo negro. Lo abrí y tire
allí su cuerpo, una vez sellado el pozo nadie olería su cuerpo en
descomposición. Volví a la socarreña. Encendí velas, y me dispuse en primer
lugar separe la cabeza del cuerpo. Me llevo media hora de reloj. Las demás
partes del cuerpo fueron muy fáciles de extirpar. Lo metí todo en el viejo
frigorífico. Limpie un poco y me fui de allí. Volví a mi casa con la idea de
suicidarme. Pero cuando llegue la policía estaba allí esperando. Corrí
despavorido en otra dirección. Iban armados y me dije, prefiero que me maten a
que me cojan con vida. Así que, allané una tienda cercana y busque cualquier
objeto cortante. Cuando un policía me arrincono intente atacarle. Me disparo a
la cabeza. Caí sin vida en el acto. Casi pude ver como mi alma salía del cuerpo
y el policía contemplaba mi cuerpo inerte.
Rhöd Deutsch. El Relato Surrealista.
Redactando desde el 17 de Agosto de 2012.
martes, 10 de marzo de 2015
El Valle. XIV
He intentado, por un momento calmar mi mente.
Y como siempre, estoy en mi alcoba. Pienso y evito no revivir todos aquellos
sucesos en los que me vi envuelto en aquel valle. Mi vida no es nada feliz y es
ardua monotonía, una soporífera rutina que me quita las ganas y el buen sabor
de mi vida. Se podría decir que soy afortunado. Pero no me siento así. Han
pasado varios años desde que volví y ya han sido seis los intentos de suicidio.
Mi novio cada día vive mas amargado y su cara, su cara denota de todo menos
amor. Siento que ya no le amo, y que le odio por no dejarme acabar con mi
miserable vida. ¿Acaso el me sigue amando? No sabría responder con absoluta
certeza. Pero yo siento que el ya no me ama, y no quiere dejarme tomar mis
propias decisiones.
Cree que he perdido la cabeza. Tal vez sea
cierto, mas el dice que paso las horas hablando solo y que la única que me
visita es la muerte en sueños. La añoro, me acompaño mucho en mi camino por
aquel valle. Sueño con su negra suavidad de seda y su frío abrazo. Miro por el
ventanal, el que da al jardín trasero. Veo el hayedo, ya esta sin hojas y su
corteza renegrida. Parece que se marchita al igual que mi negra alma. No dejo
de darle vueltas y pienso en como quitarme la vida de nuevo. Tengo a mi lado a
un viejo amigo, el viento, que es con quien mas largas conversaciones mantengo.
Mi novio dice que no es real pero el que sabrá. El no sabe ni ver mas allá de
sus narices mucho menos sabe lo que es una conversación de nivel ¿Por qué no te
vas? ¿Por qué no te mueres? Pienso en mis adentros.
-Me asombro-, no se si serán pequeños lapsos
de lucidez, pero me pregunto que separa el amor del odio. Y, por que todo
objeto cortante esta bajo llave. No tengo acceso a barbitúricos ni a objeto
alguno que pueda afligir daño mortal. Paso mis aburridas horas contando en alto
mis penas marchitas, marchitas como las hojas de las rosaledas de la entrada
que hace tiempo que ya nadie se cuida de ellas. Contemplo un péndulo de un
viejo reloj y su hipnótico vaivén me entretiene cual párvulo. ¿Cuánto lleva ese
reloj ahí? Ya no se ni como ha llegado ahí, es la cosa mas fea que he visto en
mi vida. Será una de esas absurdas herencias. Esta casa a pertenecido a mi
familia durante 130 años por lo menos. Hay objetos muy curiosos y hasta
valiosos. Me levanto de la silla, es una silla simple, tallada en madera noble,
bastante vieja con las betas vistas. El suelo por el que me muevo es de cedro y
las molduras de los techos de roble. Las paredes están decoradas con papel
pintado que ya empieza ha estar resquebrajado y se deja ver la madera de debajo.
En la habitación hay un farol que se adapto para la novedosa luz eléctrica pues
era del siglo XVII. Me dirigí hasta el reloj de pared. Rompí el cristal y
arranque el péndulo. Intente seccionarme la yugular pero en aquel instante
apareció mi novio. Le empuje y me puse sobre el. Con mis manos rodee su cuello
y apreté con fuerza. El se revolvía, se retorcía, luchaba por su vida. En aquel
momento me sentí superior y una sensación indescriptible me sobrecogió, que
bien y que vivo me sentía. El dejo de retorcerse y quedo inerte. Que bien me
sentía. Había acabo con la vida de otra persona, por fin le había matado. Un
nuevo yo nació y no sentía otra cosa que el impulso de repetirlo una y otra
vez.
Rhöd Deutsch. El Relato Surrealista.
Redactando desde el 17 de Agosto de 2012.
lunes, 2 de febrero de 2015
El Valle. XIII
Hermoso paisaje que detenido en el tiempo mi
mente fotografía y graba. Con el amor de mi mano, y la muerte de lado, tejiendo
su sombra con la nuestra, y siempre nuestra retaguardia vigilando. Hoy me he
levantado más feliz que otros días. Siento de nuevo una llama de vida y la
calida felicidad que dilata mis días y despeja mis horas de soledad. Nimbado
recuerdo del pasado que con fulgor de mi ser nace y en mi boca, lanzado al aire
muere. ¿Donde? No se sabe. El viento, se lo lleva lejos, a un lugar perdido del
tiempo y custodiado por el olvido, pues, es donde las palabras lanzadas al aire
van a parar, ya que, tras ser pronunciadas vuelan ágiles y ágiles mueren. El
amor, renueva día a día al ser, y este, cada noche, tras el calor del acto de
amor entre dos amantes, renace de las cenizas de la ardiente pasión que fulge
como dos antorchas.
“Llevo largo tiempo pensando, no
se cuanto ha pasado ya, pero revivo una y otra vez mi largo paseo por las
negras arenas de la vida que me empujaron hasta aquella playa de muerte por
doquier coronada. Recuerdo, y mi latir acelera, aquella larga y oscura caverna
que mi prisión fue por… bueno, no se por cuanto exactamente. Duros recuerdos de
piedra labrada en la cantera de mi mente. Larga y honda herida que nunca
cicatrizara. La dicha siempre se ha portado caprichosa conmigo y siempre
trampas para mi ha urdido. Vuelvo a estar bajo mi centenario amigo. Sus largas
y gruesas ramas me sigue tendiendo y ante mi se inclina y me felicita los
dorados días que junto a ti he pasado. Mudo testigo de nuestra unión y nuestro
respeto. Y fiel guardián del dorado tesoro de nuestro amor. Acabo de despertar,
vuelvo a estar bajo mi querido árbol y junto a mi amado. ¿Pero? Me he de
preguntar una y otra vez si esto es real ¿He vuelto a mi vida? o ¿Es un turbio
espejismo creado por mi atormentada mente para calmar mi espíritu? Hace escasos
momentos me hallaba perdido, subiendo una colina sabe dios donde. Ahora, vuelvo
a estar en mi jardín, bajo mi árbol que tantas buenas horas llenó. Y lo más
importante, mi amado, aquel que durante meses, años, o siglos, creí haber
perdido, y creía muerto, esta dormido. Con esa fina y blanca tez que acompaña a
una contenida expresión de felicidad. Acaricie esos bucles castaños que se
arremolinaban sobre sus sueños.
Me pellizque, me mordí, corrí a
mi alcoba y con unas tijeras me hice un pequeño corte en el brazo. Broto al
poco la rojez y sentí un intenso dolor. Me dolió, pero no desperté en ningún
otro lugar. No daba crédito. Todo había acabado y podía volver a mi aburrida
vida de dulce letanía del día a día y perecer junto a mi amor.”
Era un nuevo día. Abrí los ojos. Mire y vi a
mi amado ahorcado. En aquel momento me quede sin respiración. Mis ganas de
vivir desaparecieron y grite a la muerte para que me llevara junto a el. Me
quede allí, inmóvil durante horas. El sol bajo y el ocaso se pronunciaba. Cogí
su cuerpo inerte y lo baje. Las lágrimas brotaron y cual lluvia iban cayendo
sobre el rostro de mi amado. Me dirigí al jardín trasero y a un par de pasos
del hayedo empecé a cavar su sepelio. Lo mas hondo posible. Al cabo de las
horas termine el trabajo y me dirigí a mi alcoba para coger el cuerpo de mi
amado que yacía yerto, a los pies de nuestro lecho. Lo cogí. Pesaba bastante,
pero a pesar de la inmensa debilidad que me invadía lo lleve hasta el jardín y
lo puse en la tumba que le hice. Palada tras palada enterré su cuerpo junto
nuestro hayedo con la esperanza de que su alma permaneciera allí. Tras terminar
me tumbe sobre su tumba y al tiempo de abandone. No quería comer, ni beber ni
vivir. Me volvía a sentir igual que cuando andaba por aquel valle. Perdido,
triste y solo. Pasaron los días y allí seguía tirado. Tenía la piel pálida. Los
ojos hundidos y estaba famélico. No tenia fuerza alguna para levantarme de
allí. Me entregué a la más profunda oscuridad y depresión y mi muerte espere.
Espere a morir allí mismo. Sobre el sepelio de mi amado con la esperanza de unirnos
de nuevo. Pasaron un par de días más. Me delia todo el cuerpo y cada vez me
costaba mas respirar. Se que ya no duraría mucho. Cerré y los y… y…
Estas son las ultimas palabras que sobre la
mesa de mi alcoba deje y que escritas en sangre al viento en alto pronuncie…
“Ha llegado la hora. Ha llegado
la hora de decir adiós a la vida. Decir adiós a la felicidad. Decir adiós a
todo lo que la vida me pueda deparar. Ha llegado la hora de renunciar a la
vida. La hora de abandonar este cuerpo que me tiene preso. La hora de decir
adiós a ese amor que tan lejos vive. Decir adiós al futuro. Ha llegado la hora
de ver la realidad tal y como es. Es inútil luchar por un futuro incierto.
Inútil vivir para tener que aguantar las idas y venidas de una vida caprichosa
que nunca me ha dado cariño. Un destino frío, egoísta, distante y ausente. Ese
destino que quieres borrar de la memoria. No pasa un solo momento en el que no
piense en que se muera. Deseo que muera. Quiero que muera cuanto antes. Quiero
ser feliz y libre. Quiero que la idea de suicidarme desaparezca por completo.
Que esa idea que me quita el sueño y me impide respirar feliz. Odio vivir así.
Cada minuto que pasa veo mas clara la idea de quitar mi vida. No merece la pena
vivir así. Es el recuerdo de las palizas que recibí de un dios alcoholizado por
la vida. Incapaz de estar a gusto consigo mismo y tan acomplejado y amargado
que solo lo que yace en el fondo de una copa apague esa voz interna que dice –
eres un fracasado, el ser mas inútil, una escoria, tu vida es un fracaso –
¿Donde esta? Se que en alguna
parte de esta habitación hay un bisturí. Se que lo hay. Quiero cogerlo.
Empuñarlo y seccionar mi yugular. Quiero morir en segundos. Sin sufrimiento.
Quiero morir y punto. Quero que sea rápido e indoloro. Que la sangre salga
rápida y salpique todo. Paredes en sangre coronadas y en sangre teñidas. Que
como sangrientas palabras a los ojos que las observan griten y canten mi
muerte. Que se fundan en el llanto del que contemple mi cuerpo yacido en el
lecho de mis sueños. Lecho de sangre y lecho de penas en rojo teñidas. Que mis
ojos permanezcan abiertos e impasivos a la vida que me perderé. Que de mis ojos
broten. Justo en los últimos segundos tras mi muerte, las lagrimas de mi alma
herida por el tiempo, la soledad y esta cárcel que es la vida. Que sean
lágrimas negras, llenas de odio. Lagrimas de la muerte que prematura me lleva y
por voluntad propia a ella me uno. Quiero abrazar fielmente a esta extraña
amiga que tantos seres me ha quitado. Quiero pedirla que me lleve con ella por
siempre. Quiero pedirla que me bese y me hipnotice… Pues finalmente, cogí el
bisturí y me corte el cuello. La sangre broto… caí sobre aquel lecho de penas. Vi,
por un momento, las llamas del fuego eterno alas que me uní. Pero… fue solo un espejismo,
fruto de la falta de sangre al cerebro. Pues mis funciones corporales fueron
fallando y tras unos segundos exhale y a la gran parca me consagre.”
Rhöd Deutsch. Escritos Lovecraftianos.
El Relato Surrealista.
martes, 6 de enero de 2015
El Valle. XII
He de continuar mi camino. Ahora lo hago con
más esperanza. Si, es posible, que mi amado, me aguarde en lo alto de aquellas
colinas que, en la altura funden su verde con la grisácea nube que en sus
brazos retiene la montaña caprichosa. He de aguardar pues, me llena de una
extraña y calida felicidad que en cierta manera me es familiar, el saber que
pronto volveré junto a el. Creo recordar como nos conocimos… mas si nunca lo
conté ahora podría narrarlo, mientras inicio el ascenso por esta colina.
Fue una época gris de mi vida, como las ya
acaecidas años atrás. Pero esta era diferente. Después de varios desamores, de
esos tan amargos que dejan tu espíritu y tu alma hecha añicos. Durante años y
en secreto estuve con toda clase de hombres, he de decir que todos un tanto
inapropiados. De una relación a otra y saltando de cama en cama. Era algo tan
vacío. No conectaba con nadie, así que tras el ultimo y amargo beso que me
regalo un chico de un pueblo cercana con las dulces palabras de, “no quiero
volver a verte” volví a mi casa, a mi refugio a meditar baja mi querido árbol
las horas muertas de mi vida. – Si, me gusta decir horas muertas de mi vida, es
algo muy mío –. Lo que paso fue lo siguiente. Tras unos días de lógica
depresión, salí al mundo y recupere mi rutina y monotonía. La cuestión es, que
de alguna forma el destino quiso que se cruzara en mi vida un ángel pues, desde
el momento en el que nuestras miradas se cruzaron nunca mas las apartamos. Fue
un regalo caído del cielo. Desde que empezamos ha hablar durante horas y horas,
mi soledad desapareció, mis penas, todo. Solo el calido manto de la dicha nos
envolvió. El era como yo, y por eso conectábamos tan bien, era como si,
estuviéramos hechos desde un principio el uno a la medida del otro. Era
sublime…
¡Eh! ¿Qué pasa? Me detengo aquí, llego a una
especie de meseta en mitad de la altanera soledad que me envuelve y ante mi,
como si nada, un hermoso templo clásico desvencijado por los siglos se postra
ante mi. Intente rodearle, por como no, lo único que me permitía seguir
adelante era entrar a su interior.
Me dispuse a subir hacia el templo. Cuando
llegué a la portada no puede evitar soltar una contenida expresión de asombro.
Atravesé la puerta, todo estaba sumido en una especia de úmbra infinita, mas,
cuando di dos pasos al frente, todas las teas se prendieron al unísono. Es como
si los dioses de aquel lugar notaran mi presencia y me invitaran a entrar. El
lugar era hostil, no había decoración, ni detalles relevantes que comentar.
Seguí andando, creo que pasaron varios minutos. Legue hasta la mitad del templo
aproximadamente. Había un pedestal de mármol blanco. Con tallas en la base y
por todo su cuerpo. Llevaba una exquisita decoración. Eran escenas de las
panateneas. Y lo recorrían casi por completo, desde la base hasta casi terminar
arriba…
De la nada dulce figura de diosa se torna y
aparece entre dulces tañidos de fragancias florales. Y dulce al odio me susurra
meliflua las palabras de mi sino. En ritmo lento y pausado me dice, que me
camino continúe, que de Pandora mi esperanza no pierda y que Eros, en lo mas
alto me espera. Para recibirme, siempre calido en sus brazos y ser, el perfecto
amante que de mis recuerdos dorados siempre fiel se mantuvo. Horas muertas y
castigadas de mi vida aun corazón roto que palpita por la soledad de los valles
y colinas que aguardan, con cautela los siglos del mundo que presto corren y de
mi las horas huyen y a la negra parca me lanzan.
Rhöd Deutsch. Escritos Lovecraftianos.
El Relato Surrealista.
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