sábado, 9 de marzo de 2013

Eso, no lo encontrare.

El Farero.

Era una noche tranquila, la luna en cielo con fuerza resplandecía y yo con ella dormía. En poco tiempo esto cambio y una fuerte tormenta se desato, rompiendo la tranquilidad del lugar. Y de repente, en la intemperie me vi. A lo lejos se hallaba el viejo faro, donde el farero, conocido en la isla por pactar con Gea la eterna juventud, allí, en soledad vivía. Pues como único cobijo hacia allá me dirigí y esto es lo que paso.



La tenue luz de la luna que por mi ventana entra,
en las paredes hórridas sombras proyecta, y yo,
qu'en la frágil luz del candil me cobijo, y yo,
que a su calidez me acojo y su protección busco.
Eso, no lo encontrare.

La poderosa tempestad que mis ventanales azota, y que,
con su poderoso rugido mi alma hiela, mientas,
en mis sabanas el calor busco y no encuentro, mientras,
en mis sabanas tú cobijo y tú protección busco.
Eso, no lo encontrare.

La lluvia, que con fuerza es arrojada por la nube,
esa lluvia ahogarme quiere, y mientras que por
la senda que al viejo faro conduce, 
esta, arrollarme quiere, mas yo, cobijo busco.
Eso, no lo encontrare.

El viejo faro qu'erigido sobre aquel abismo,
abismo que solo al mar obedece y es su fiel
amo y servidor, lo único que hace es atraer
los barcos perdidos que aquí encallan y mueren.-Mas.-
Eso, no lo encontrare.

Las olas rugen con fuerza, el viento furioso me agolpa,
solo puedo luchar, pues, a escasos metros de aquel faro
m'encuentro. No se qu'es lo que busco, puede que,
al farero que allí habita en absoluta soledad, mas.
Eso, no lo encontrare.

Dentro de aquel viejo faro me hallaba, mas una infinita
escalinata, cuyo color en la altura se perdía,
ante mi se presentaba y a subirla me incitaba.
-¿Qu'es lo que al final d'ella encontraría? ¿Tal vez respuestas?-
Eso, no lo encontrare.

Las escaleras subía y de mientras el rugir de olas oía.
Batir de alas de aquellos negros cuervos que al pie
del faro se agolpaban y que como yo, del vendaval,
y en aquel faro el consuelo buscaban.
Eso, no lo encontrare.

Relatos oí, tiempo atrás de qu'el farero que aquí vive,
pacto con Géa, la eterna juventud que todo el 
mundo ansia, mas yo, tales historias jamas creí,
mas en derredor miro, y la vida aquí ni existe.
Eso, no lo encontrare.

Las escaleras termine de subir y ante una puerta,
una vieja puerta ennegrecida por lo siglos ante
mi s'erigía, la abrí, y el oxido de la cerradura
mi mano tiño, como una marca, un recuerdo de aquel lugar.
Eso, no lo encontrare.

En lo mas alto del faro m'encontraba, mas allí nadie
habitaba, la puerta de un golpe se cerro, y allí,
la soledad me aprisiono, mas la puerta nunca mas puede abrir,
y allí en mis últimos días permanecí. A la muerte abrace,
pues con sus dulces palabras al Hádes me rendí y por Leto jamas volví.
Pues eso, eso si lo encontré.


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