qu'encendido por el sol de la tarde,
el fin
del día entre llantos canta.
Dulce
vergel de hierba buena,
que con
su dulce aroma, el aire,
engalana
y a el me aprisiona.
Dulce y
candida cárcel de los sentidos,
emponzoñada
con la sangre de valerosos,
y
adornada con la semblante de los vanidosos.
En
altar a la diosa virgen me'ncuentro,
mas
plegarias son dulces tonos, que,
tenidos
al aire lanzo.
Largas
columnas de antiguos órdenes,
ante mi
se levantan,
mas
antiguas sepulturas en mi descansan.
Prisión
para los sentidos y la razón,
prisión
para el cuerpo y el alma,
prisión
para la vida y refugio para la muerte.
Santuario
de Leto, en tierra árida,
testigo
mudo de batallas épicas,
testigo
mudo, de sacrificios y plegarias.
Imagen: El Capricho (Parque), Madrid, España.
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