La gris mañana se abre paso,
y como siempre, entre trinos
airados al viento me levanto.
El cielo llora y se entristece.
La fina llovizna estival cae.
El sol entre ojales ver se deja.
La gris mañana poco a poco clarea.
El día transcurre lentamente; y el tiempo,
se detiene. Desde lo alto contemplo.
Contemplo el pueblo en el que crecí,
contemplo el pueblo en el que perecí.
Vagas pinceladas de lo que antes fueron
fértiles parajes de florecillas engalanadas.
Agora yertos y desterrados.
Agora hostiles y llenos de odio.
Marrones tierras que han sucumbido
a la inclemencia de Cronos.
Tierra bañada del color de la muerte.
Tierra sellada por el destino.
Gran olvido de lo divino.
Los viejos manzanos, que rojos frutos daban,
ahora marchitos entre altas hierbas andan.
Vieja construcción de piedra y de alma
de monolito, que'n tu seno cristalina
agua para los pastos contenías,
ahora ajada, partida y desmenuzada.
Dulce pastar de animales ya no se ve.
La civilización ha odiado este paraíso,
paraíso bañado por el rió,
paraíso perdido entre valles.
Paraíso olvidado.
Lugar de leyenda, historia y mito.
Lugar de reyes, héroes y villanos.
Ruinas de viejos templos,
que al paso sucumbieron y su recuerdo,
de marmórea apariencia nos dejaron.
Lecho conyugal de los dioses,
entre viejos altares perdidos.
Tierra consagrada a la inmortalidad.
Así, mi pueblo contemplaba.
y como siempre, entre trinos
airados al viento me levanto.
El cielo llora y se entristece.
La fina llovizna estival cae.
El sol entre ojales ver se deja.
La gris mañana poco a poco clarea.
El día transcurre lentamente; y el tiempo,
se detiene. Desde lo alto contemplo.
Contemplo el pueblo en el que crecí,
contemplo el pueblo en el que perecí.
Vagas pinceladas de lo que antes fueron
fértiles parajes de florecillas engalanadas.
Agora yertos y desterrados.
Agora hostiles y llenos de odio.
Marrones tierras que han sucumbido
a la inclemencia de Cronos.
Tierra bañada del color de la muerte.
Tierra sellada por el destino.
Gran olvido de lo divino.
Los viejos manzanos, que rojos frutos daban,
ahora marchitos entre altas hierbas andan.
Vieja construcción de piedra y de alma
de monolito, que'n tu seno cristalina
agua para los pastos contenías,
ahora ajada, partida y desmenuzada.
Dulce pastar de animales ya no se ve.
La civilización ha odiado este paraíso,
paraíso bañado por el rió,
paraíso perdido entre valles.
Paraíso olvidado.
Lugar de leyenda, historia y mito.
Lugar de reyes, héroes y villanos.
Ruinas de viejos templos,
que al paso sucumbieron y su recuerdo,
de marmórea apariencia nos dejaron.
Lecho conyugal de los dioses,
entre viejos altares perdidos.
Tierra consagrada a la inmortalidad.
Así, mi pueblo contemplaba.
Imagen: Théodore Rousseau, Sunset in the Auvergne (detail), 1844 (Tumblr)
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